Un guión para otra batalla

Definitivamente, la crisis es una responsabilidad de la derecha, y va a ser esa misma derecha la que va a estrangular a los trabajadores y sacarles hasta el fuelle para que, una vez expoliados, sólo algunos, los mejor situados, puedan salir adelante mientras el resto, los más débiles, se quedan atrás y son abandonados a su suerte. Y va a ser la izquierda, la que ha gobernado España en los últimos siete años únicamente para aprobar leyes de ampliación de derechos sociales y, en tiempos pasados, para asegurar la Sanidad y la Educación públicas, la que va a pelear para que semejante atraco no se lleve a cabo. Y eso vale para los pensionistas, para los funcionarios, para los médicos y, sobre todo, para los profesores, los grandes maltratados por la derecha cainita y los grandes defendidos por el socialismo.

Éste es el mensaje esencial que ayer se escuchó en el recinto en el que un esforzado Alfredo Pérez Rubalcaba se dejó, como siempre, besar, abrazar y aplastar por una militancia combativa que aplaude cuando escucha que el PSOE no ha perdido el Gobierno asturiano y el Ayuntamiento de Gijón, donde se celebraba el mitin. No los ha perdido, se los han «quitado». La derecha les ha «quitado» el poder, aseguraron los teloneros del candidato. Y ésa acabará siendo, por supuesto, la opinión de las bases socialistas asturianas en la medida en que sus líderes se lo transmiten en términos tan dudosamente democráticos que no admiten el principio de la suma de las minorías. Y eso que IU lleva desde 1979 sumando sus fuerzas con el PSOE para aupar al poder a la izquierda española. Pero no es lo mismo, se ve que no.

En esta campaña ha hecho definitivamente cuerpo entre los socialistas la idea de que Europa está equivocada porque la crisis no se afronta así, porque las recetas de austeridad son un error y porque la salida está en el punto opuesto: en el aumento del gasto público para reactivar la economía y poder así reducir el paro.

Está claro que el PSOE está preparando ya el terreno para tener puesta a punto una oposición activa y muy ideologizada a las medidas que el nuevo gobierno va a tener que adoptar inevitablemente en cuanto asuma el poder. Y sigue siendo notable comprobar cómo, en medio de los mensajes en los que los propósitos de «la derecha» son descritos en términos tenebrosos frente a «los valores» de la izquierda, no se escucha ni una palabra sobre los siete años de gobierno de Rodríguez Zapatero. Nada sobre los brutales índices de paro y la responsabilidad de quienes están hoy gobernando. Ni una mención a las razones que están detrás del déficit disparado. Ni una referencia a la congelación de las pensiones o a la reducción del sueldo de los funcionarios.

En lugar de eso, Rubalcaba ha insistido con vehemencia en el siguiente mensaje políticamente letal pero que fue recibido con plena y entusiasta conformidad por su público: «La derecha es una amenaza para la igualdad de oportunidades de los españoles, esa igualdad que nosotros hemos traído y que sólo nosotros garantizamos».

Con esos mimbres políticos que el candidato trenzó ayer con ese tono didáctico que tan bien domina, se puede adivinar cómo va a ser la próxima legislatura: durísima. Porque si las cosas no cambian mucho, y no tienen por qué cambiar, el PSOE ya tiene hecho el guión para una batalla que no es ésta sino la de los próximos cuatro años. Es éste: valores contra números; gasto contra recortes; solidaridad contra negocio. Traducido: decencia contra indecencia. «No somos lo mismo» repite el candidato en respuesta a Rajoy. Nosotros somos los buenos; ellos, los malos. Y los tiempos que vienen les van a dar muchas oportunidades para fijar ese cuadro.